ALABANZA Y ADORACION
Ambos actos son propios del creyente que reconoce la grandeza de Dios. Ambos son distintivos de la vida piadosa y fuente de enriquecimiento espiritual. Un cristiano vivo alaba y adora a Aquel a quien Ama y Sirve.
La alabanza es el piropo. La adoración requiere el establecimiento de una relación en donde existe el reconocimiento sincero de las intenciones del corazón del que adora y como consecuencia ocurre experiencia de la reciprocidad del amor compartido del que recibe la adoración. Con la alabanza iniciamos una comunicación en donde expresamos nuestra intención de mostrar nuestro amor; con la Adoración se formaliza y autentifica la mutua correspondencia del amor consentido.
A través de la alabanza y la adoración se concretiza en la tierra el ambiente de vida amorosa y festiva del reino de Dios en su relación con los que le aman. Por eso hay música, cánticos, expresiones de jubilo, etc. Cuando amas a alguien con amor no centrado en si mismo, necesariamente se manifestaran expresiones de afecto que muestren el sentimiento y voluntad de amar. No siempre la alabanza implica que se este adorando; pero cuando se entra en adoración la alabanza generalmente ha sido parte importante del proceso.
ALABAR
A. VERBOS
halal, «alabar, celebrar, glorificar, cantar, alardear». el vocablo tiene la acepción de «gritos» y tal vez de «júbilo». Encontramos halal más de 160 veces en el Antiguo Testamento y por primera vez en Gn 12.15, en donde se indica que, debido a la gran belleza de Sara, los príncipes del faraón la «alabaron» («la ponderaron», bj, nbe) delante de él.
Aunque halal se usa a menudo solo para indicar la «alabanza» que se hace a personas, incluyendo al rey (2 Cr 23.12) o la belleza de Absalón (2 S 14.25), el término se usa mayormente para «alabar» a Dios. Es más, a todo ser viviente y todas las cosas creadas, incluyendo el sol y la luna, se les dice que «alaben» a Dios (Sal 148.2–5, 13; 150.1). Típicamente, tal «alabanza» se expresa en el santuario, sobre todo durante las grandes fiestas (Is 62.9). El nombre hebreo para el libro de Salmos es sencillamente el equivalente del vocablo «alabanzas». Tiene un sentido más apropiado que «Salmos», lo cual proviene del griego y tiene que ver con cánticos acompañados por algún instrumento de cuerda. No es de extrañarse que el libro de Salmos contiene más de la mitad de los casos de halal en sus varias modalidades. A los Salmos 113—118 se les denomina tradicionalmente los «Salmos Hallel», pues tienen que ver con la alabanza a Dios por la liberación de la esclavitud egipcia bajo Moisés. Por esta razón, estos salmos forman una parte importante del culto tradicional de la Pascua. No cabe duda que se tratan de los himnos que Jesús y sus discípulos cantaron en la noche en que instituyó la Cena del Señor (Mt 26.30).
De la palabra halal proviene «Aleluya» (aleluya), una expresión hebrea de «alabanza» a Dios que se ha incorporado a casi todos los idiomas del mundo. El término hebreo se traduce más exactamente como «Alabemos a Jah» (o «Ya»), la forma abreviada de «Yahveh» (Jehová), el nombre particular israelita de Dios.
B. NOMBRES
tehillah, «gloria; alabanza; canción de loor; acciones loables». Tehillah aparece 57 veces durante todos los períodos de la historia bíblica hebrea.
Primero, el término denota una cualidad o atributo de alguna persona o cosa; significa «gloria» o «loable» : «Él es el objeto de tu alabanza, y Él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto» (Dt 10.21). Israel es la «gloria» de Dios cuando existe en un estado de exaltación y de bendición divina: «Ni le deis tregua, hasta que restablezca a Jerusalén, y la ponga por alabanza en la tierra» (Is 62.7; cf. Jer 13.11).
Segundo, en algunos casos tehillah representa las palabras o la canción en la que a Dios se alaba en público, o mediante las cuales su «gloria» se declara públicamente: «De ti será mi alabanza [es el Mesías que habla] en la gran congregación» (Sal 22.25). El Sal 22.22 es aun más claro: «Anunciaré tu nombre a mis hermanos; en medio de la congregación te alabaré».
Tercero, con un matiz particular, tehillah se usa como término técnico musical para una canción (sir) que exalta o alaba a Dios: «Salmo de alabanza de David» (encabezamiento del Sal 145, que en hebreo es el v. 1). Tal vez Neh 11.17 se refiere a un director de coro o alguien que dirige las canciones de «alabanzas»: «Y Matanías … hijo de Asaf, el principal, el que empezaba las alabanzas y acción de gracias al tiempo de la oración [quien al principio dirigía la alabanza a la hora de la oración]». Por último, tehillah puede representar acciones dignas de «alabanza», o acciones por las que el responsable merece «alabanza y gloria». Esta acepción se encuentra en la primera vez que el vocablo aparece en la Biblia: «¿Quién como tú Jehová entre los dioses? ¿Quién como tú magnífico en santidad, temible en maravillosas hazañas [hechos loables], hacedor de prodigios?» (Éx 15.11).
ALABANZA
Aspecto de la • Adoración en que se le rinde honor a Dios (2 Cr 7.3). Producto de la alegría santa (Sal 9.1, 2; 63.5; 100).
La alabanza se expresa a veces con cánticos, música y danzas (2 Cr 7.6; Sal 28.7; 40.3; 95.1, 2; 149.1–3; 150).
* Dios exige la alabanza (Sal 50.14; Ap 19.5) y es digno de ella (2 S 22.4; Sal 48.1; 145.3) porque es: único (2 Cr 6.14, 15; Sal 113), bueno (Sal 106.1; Jer 33.11), grande (1 Cr 16.25, 26; Sal 150.2), poderoso (1 Cr 29.11–13; Sal 21.13), misericordioso (2 Cr 20.21; Sal 57.9, 10; 107.1; 138.2) y justo (Dn 4.37; Sal 7.17).
* Merece alabanza por sus obras (1 Cr 16.8, 9; Sal 78.4; 106.2; Is 25.1; Lc 19.37) y por su Palabra (Sal 56.4, 10).
* La alabanza surge espontáneamente frente a los milagros de Dios (Lc 18.43; Hch 3.8), sus dones (Dn 2.23; Hch 11.17, 18) y su ayuda (Sal 30.11, 12; 109.30, 31; 118.21).
* Los que alaban a Dios son generalmente sus siervos (Sal 113.1) celestiales (Lc 2.13, 14; Sal 148.2) y terrenales (Sal 148.14; 149.1, 2; Hch 2.47; Ro 15.8–11) de toda condición (Ap 19.5) y edad (Sal 148.12; Mt 21.16). * Pero también le glorifican los pueblos y las naciones (Sal 67.3–5; 117.1), los reyes (Sal 138.4; 148.11), la creación (Sal 69.34; 145.10; 148.3–10) y todo lo que respira (Sal 150.6).
* Los que alaban a Dios son generalmente sus siervos (Sal 113.1) celestiales (Lc 2.13, 14; Sal 148.2) y terrenales (Sal 148.14; 149.1, 2; Hch 2.47; Ro 15.8–11) de toda condición (Ap 19.5) y edad (Sal 148.12; Mt 21.16).
* Pero también le glorifican los pueblos y las naciones (Sal 67.3–5; 117.1), los reyes (Sal 138.4; 148.11), la creación (Sal 69.34; 145.10; 148.3–10)
y todo lo que respira (Sal 150.6).
* La alabanza ocupará eternamente al pueblo de Dios (Sal 30.12; 79.13; 84.4).
ADORAR
shajah, «adorar, postrarse, bajarse, inclinarse». Esta palabra se encuentra en el hebreo moderno con el sentido de «inclinarse o agacharse», pero no en el sentido general de «adorar». El hecho de encontrarse más de 170 veces en el Antiguo Testamento demuestra un poco de su significado cultural. Lo encontramos por primera vez en Gn 18.2 en donde Abraham «se postró en tierra» delante de los tres mensajeros que le anunciaron que Sara tendría un hijo.
El acto de inclinarse en homenaje o reconocimiento de autoridad y sumisión se hace generalmente delante de un superior o un gobernante. Por eso David se «inclinó» ante Saúl (1 S 24.8). A veces alguien se inclina ante uno que es social o económicamente superior, como cuando Rut se «inclinó» delante de Booz (Rt 2.10). José vio en un sueño que las gavillas de sus hermanos se «inclinaban» ante su gavilla (Gn 37.7–10). Shajah es el término que comúnmente se usa para llegar ante Dios en adoración (como en 1 S 15.25 y Jer 7.2). A veces se usa otro verbo que significa inclinarse físicamente, seguido por «adorar», como en Éx 34.8: «Y entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró». Otros dioses e ídolos también son objetos de adoración, postrándose delante de ellos (Is 2.20; 44.15, 17).
ADORACIÓN
* Culto o reverencia que se rinde a Dios por sus obras (Sal 92.1–5) y por ser quien es (Sal 100.1–4).
* Se expresa mediante Oración (Gn 12.8; Neh 9), Sacrificio (Gn 8.20), Ofrenda (Gn 4.3, 4; 1 S 1.3; Dt 26.10; 1 Cr 16.29); Alabanza (2 Cr 7.3; Sal 29.1, 2; 86.9; 138.1, 2), Canto (Sal 66.4), ritos (Éx 12.26, 27), meditación (Sal 63.5, 6), TEMOR (Sal 96.9), Ayuno (Neh 9.1–3; Lc 2.37), Fiesta y Acción de gracias (2 Cr 30.21, 22), y sobre todo inclinación (Sal 95.6; 1 Cr 29.20) y servicio (Dt 11.13; Jos 22.27). Estos dos últimos conceptos se expresan en hebreo y en griego con palabras que también significan «adoración» (Dt 6.13; 10.12, 13; 2 R 5.18; cf. Mt 4.10; Ro 12.1), de modo que no se distingue entre «servir» y «adorar» ni entre «inclinarse» y «adorar».
La adoración externa y cultual debe nacer de una actitud interna (Is 29.13), que a su vez se expresa en obediencia y una vida dedicada por entero al servicio de Dios (1 S 15.22, 23; Miq 6.6–8; cf. Stg 1.27).
El adorador debe ser bueno y justo (Sal 15; Am 5.21–26) para que su adoración sea aceptada (Sal 50.7–23; Is 1.11–20; cf. Mt 5.23, 24 y Jn 4.23), además de sincero (Sal 51.16–19).
En la adoración, los patriarcas invocaban el nombre de Jehová (Gn 13.4), celebraban el pacto (Gn 15.7–21) y la sustitución (Gn 22; cf. Lv 17.11), y practicaban los lavamientos y las purificaciones (Gn 35.2; cf. Éx 19.10), todo lo cual precede al culto más formal y complejo que se verá después en el Tabernáculo y el Templo (1 R 6–8; 2 Cr 20–31). A pesar de este desarrollo posterior, no se pierde el aspecto personal de la adoración (2 S 17.18–29; Sal 23; Is 55.6–9).
En el Nuevo Testamento, el culto de la • Sinagoga (Lc 4.16–21) se adapta a las necesidades de la Iglesia. Incluye : alabanzas, salmos, cánticos (Ef 5.19, 20), lectura bíblica, enseñanza, exhortación (Col 3.16; 4.16; 1 Ti 4.13), oración, ayuno, profecía (1 Co 14), doctrina, santa cena (Hch 2.46; 13.1–3; 1 Co 11.18–34), mensajes en lenguas e interpretación (1 Co 14.26).
En ambos testamentos el pueblo de Dios lo adora públicamente (Hch 20.7), en privado (Gn 24.26, 27; Dn 6.10; Mt 6.5, 6) y en familia (Gn 35.1–3; Hch 16.30–34). Se prohíbe terminantemente la adoración de seres humanos (Hch 10.25, 26; 14.11–15; cf. Est 3.2, 5), ángeles (Col 2.18; Ap 19.10; 22.8, 9) u otra criatura (Mt 4.10; cf. Dt 6.13; Ap 14.9–11). La adoración de dioses falsos es una ofensa que trae las más terribles consecuencias en todo el Antiguo Testamento (Éx 20.3–6; 32.1–11, 30, 35; Dt 4.15–18; 8.19; etc.; cf. Ro 1.25).
En el Nuevo Testamento la adoración se dirige a Jesucristo (Mt 14.33; Jn 5.22, 23; Heb 1.6; Ap 5.8–14), y se destaca que el culto ofrecido a Jehová en el Antiguo Testamento explícitamente pertenece a Jesús (Flp 2.10, 11 // Is 45.23). La adoración a Dios y al Cordero es la esencia misma de la vida celestial (Ap 4.6–11; 15.3, 4; 19.1–8).
Veamos algunos salmos que nos estimula a alabar a nuestro Dios.
63 Salmo de David, cuando estaba en el desierto de Judá.
1Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas,2Para ver tu poder y tu gloria,Así como te he mirado en el santuario.3Porque mejor es tu misericordia que la vida; Mis labios te alabarán. 4Así te bendeciré en mi vida; En tu nombre alzaré mis manos.
95 Cántico de alabanza y de adoración
1Venid, aclamemos alegremente a Jehová; Cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación. 2Lleguemos ante su presencia con alabanza; Aclamémosle con cánticos. 3Porque Jehová es Dios grande, Y Rey grande sobre todos los dioses. 4Porque en su mano están las profundidades de la tierra, Y las alturas de los montes son suyas. 5Suyo también el mar, pues él lo hizo; Y sus manos formaron la tierra seca. 6Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. 7Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. 100 Exhortación a la gratitud:Salmo de alabanza. 1Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra. 2Servid a Jehová con alegría; Venid ante su presencia con regocijo. 3Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. 4Entrad por sus puertas con acción de gracias, Por sus atrios con alabanza; Alabadle, bendecid su nombre. 5Porque Jehová es bueno; para siempre es su misericordia, Y su verdad por todas las generaciones.