Boletin Semanal Enero 11, 2009

NUNCA SE AGOTARA LA PROVISIÓN

1 Reyes 17; 8-24
Elías y la viuda de Sarepta

Pero al cabo de unos días se secó el arroyo, porque no llovía en el país.

Elías y la viuda de Sareptaf

8 Entonces el Señor dijo a Elías: 9 “Levántate y vete a la ciudad de Sarepta, en Sidón,g y quédate a vivir allí. Ya he ordenado a una viuda que también vive allí, que te dé de comer.”
10 Elías se levantó y se fue a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad vio a una viuda que estaba recogiendo leña. La llamó y le dijo:
–Por favor, tráeme en un vaso un poco de agua para beber.
11 Ya iba ella a traérselo, cuando Elías la volvió a llamar y le dijo:
–Por favor, tráeme también un pedazo de pan.
12 Ella le contestó:
–Te juro por el Señor tu Dios que no tengo nada de pan cocido. No tengo más que un puñado de harina en una tinaja y un poco de aceite en una jarra, y ahora estaba recogiendo un poco de leña para ir a cocinarlo para mi hijo y para mí. Comeremos, y después nos moriremos de hambre.
13 Elías le respondió:
–No tengas miedo. Ve a preparar lo que has dicho. Pero primero, con la harina que tienes, hazme una torta pequeña y tráemela, y haz después otras para ti y para tu hijo. 14 Porque el Señor, Dios de Israel, ha dicho que no se acabará la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra hasta el día en que el Señor haga llover sobre la tierra.
15 La viuda fue e hizo lo que Elías le había ordenado. Y ella, su hijoh y Elías tuvieron comida para muchos días. 16 No se acabó la harina de la tinaja ni el aceite de la jarra, tal como el Señor lo había dicho por medio de Elías.
17 Algún tiempo después cayó enfermo el hijo de la viuda, y su enfermedad fue gravísima, tanto que hasta dejó de respirar. 18 Entonces la viuda dijo a Elías:
–¿Qué tengo yo que ver contigo, hombre de Dios? ¿Has venido a recordarme mis pecados y a hacer que mi hijo se muera?
19 –Dame acá a tu hijo –le respondió él.
Y tomándolo del regazo de la viuda, lo subió al cuarto donde él estaba alojado y lo acostó sobre su cama. 20 Luego clamó al Señor en voz alta: “Señor y Dios mío, ¿también a esta viuda, en cuya casa estoy alojado, has de causarle dolor haciendo morir a su hijo?”
21 En seguida se tendió tres veces sobre el niño y clamó al Señor en voz alta: “¡Señor y Dios mío, te ruego que devuelvas la vida a este niño!”i
22 El Señor escuchó los ruegos de Elías e hizo revivir al niño. 23 En seguida, Elías tomó al niño, lo bajó de su cuarto a la planta baja de la casa y lo entregó a su madre, diciéndole:
–¡Mira, tu hijo está vivo!
24 La mujer le respondió:
–Ahora sé que realmente eres un hombre de Dios, y que lo que dices es la verdad del Señor.

NUNCA SE AGOTARA LA PROVISIÓN

El Señor se ocupa de las cosas a tiempo y a través de quien menos imaginamos. Es el caso de Elías a quien el Señor manda a que se mueva después de una gran sequía y que llegue a Sarepta donde El va a proveer a través de una viuda, este obedece y llega al pueblo allí encuentra a la viuda y como Dios prometió provee.

Si ponemos atención a este pasaje de la palabra podremos tener confianza que en los tiempos de crisis Dios siempre proveerá, a aquellos que le aman y les son fieles.

Pero si ponemos atención a la viuda esta tenía las provisiones escasas contadas y a punto de sucumbir, aun así aunque piensa que no habrá más que es lo último que tiene, es bondadosa y le suple al profeta. Este gesto le da uno de los milagros más maravillosos, provisión para saciar su hambre a través del mayor tiempo de hambruna en esa región.

Has pensado alguna vez en que Dios demanda de nosotros obediencia y desprendimiento en las circunstancias más difíciles de nuestras vidas para poder bendecirnos y que veamos la gloria de Dios.

Siempre que somos desprendidos y obedientes, veremos manifestarse la gloria de Dios en nuestras vidas.

Un poco mas adelante vemos que Dios no solo quiere suplir nuestras necesidades, sino que también el quiere sanar nuestras vidas y la vida de nuestra familia, y vemos como el hijo de esta viuda muere y a causa de que el profeta esta en esta casa este intercede ante el Señor y lo resucita.

Cuando obedecemos también vemos grandes milagros realizarse en nosotros y a través de nosotros.

Cuando obedecemos y creemos a los hombres y mujeres de Dios, entonces el Señor honra nuestra fe y a través de ellos vemos manifestar la gloria de Dios.

¿Eres obediente a los mandatos que el Señor te pide a través de sus elegidos para guiarte?

¿Cumples con lo que el Señor te envía a hacer o haces lo que tú piensas que es mejor?

¿Crees que aun en tiempo de crisis si obedeces al Señor, El te suplirá?

¿Eres fiel a Dios en todas las cosas aun con tu palabra y promesas?

Si crees que no que le has fallado, sabemos que vienen tiempo difíciles, y el Señor ha prometido que nos suplirá, que no nos dejara ni nos desamparara. Estas a tiempo de ponerte a cuenta con el Señor, pídele perdón por tu infidelidades y el Señor que te ama pondrá tu cuenta en blanco y comienza de nuevo. Dios bendiga tu vida y que este sea el tiempo del favor del Señor para tu vida.